Nadie pide disparar y matar a los manifestantes magisteriales de Guerrero, Oaxaca o Michoacán, incluso a los vándalos de la UNAM. La sociedad sólo clama la aplicación de la ley. Existen muchos protocolos policiacos para dispersar a los manifestantes: desde proyectiles de goma, hasta los chorros de agua, gases lacrimógenos y los escudos, y sobre todo los servicios de inteligencia para desactivar la protesta. Sin embargo, las autoridades tienen miedo a cualquier acción, incluso la de descontarles sus salarios o rescindirles sus contratos por no presentarse a trabajar. Ese argumento de jefes policiacos que dicen que es imposible disuadir una manifestación de dos mil personas o más, es tan falso como una moneda de cien pesos. Esos jefes policiacos no han visto el trabajo de las policías de Francia, España, Chile, Egipto o incluso de Estados Unidos, donde los cuerpos de seguridad enfrentan a miles de manifestantes. Pero aquí, tienen miedo. El diálogo ya se agotó… también la tolerancia.
Alejandro Encinas se voló la barda al deslindarse de las declaraciones de su compañero de partido Graco Ramírez, y le responde duro sobre el conflicto magisterial, en particular de la situación de Guerrero. Dice que el problema se resuelve con base en la ley y el diálogo. Tiene razón, pero a cuál ley se refiere o cuánto diálogo y tolerancia deben aguantarse. Seguramente don Alejandro no vio o no quiere ver todas las violaciones a la ley que cometieron sus defendidos de Guerrero. O mejor dicho, las declaraciones de Encinas suenan a clientelismo político. Cómo explicar que esos profesores reciban desayunos y comidas gratis, desde hace más de 70 días, nos dice el gobernador Angel Aguirre. Los de Morena no quieren perder a ese sector de vándalos. La defensa de Encinas no es a favor del perredismo, ya que todo mundo sabe que es el mejor representante de Morena.
El jefe de gobierno Miguel Mancera debe apoyar con todo a la Universidad para evitar que el riesgo de enfrentamientos se transforme en una lamentable realidad. Los policías deben ser un muro entre la Rebel y los dizque estudiantes del CCH. La fuerza pública, lamentablemente, tendrá que ser escudo de los vándalos.
Al doctor Narro lo han dejado solo. Y no hablamos únicamente de las autoridades federales y locales. Su imagen de buen rector se ha visto seriamente afectada. No ha faltado quien lo acuse de debilidad frente al grupúsculo de vándalos que violentan, destrozan, ocupan y luego piden que no haya órdenes de aprehensión en su contra.
El rector no es policía antimotines. No puede plantarse con los alumnos de la Universidad frente a los encapuchados y obligarlos a salirse de la torre. Es una apuesta de alto riesgo. Ha hecho lo que tenía que hacer. Llamar a que desalojen. Negarse al diálogo bajo presión. Son otros los que no han hecho la tarea.
...ahí se los dejo!
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Atte. Raul Buentello Carbonell